Quisiera amasijarme en la infinita
ternura de mi barrio de purrete,
con un cielo cachuzo de bolita
y el milagro coleado del barrilete
Verlo a mi viejo, un tano laburante
que la cinchó parejo, limpio y claro;
y minga como yo: un atorrante
que la va de sover y se hace el raro
Mi viejo carpintero era grandote
y un cuore chiquitín, siempre en la vía.
Su vida no fue más que un despelote
y un poco, claro está, por culpa mía.
Vino en el «Conte Rosso». Fue un espiro.
Tres hijos, la mujer, a más un perro.
Como un tungo tenaz la fue de tiro.
Todo sela aguantó: hasta el destierro.
Y aquí palmó…aquí está adormecido
Mi viejo, el pobre tano laburante.
Se la tomó una cheno de descuido
y me dejó un recuerdo lacerante.
Qué mundo habrá encontrado en su apoliyo
si es que hay un mundo pa los que se piantan.
Sin duda el cuore suyo se hizo grillo
y su mano cordial es una planta.