«Un amigo de George Bernard Shaw que pasó una velada en su compañía, refiere que, mientras el gran autor dramático le contaba cuentos y chascarrillos, su esposa parecía muy interesada en su labor de punto.
—¿Qué está usted tejiendo? —le preguntó en un aparte el visitante.
—Nada absolutamente —susurró ella—. Trato sólo de tener las manos ocupadas, para no caer en la tentación de taparle la boca a mi marido… ¡Son tantas las veces que le he oído esos mismos chistes!».