“Un día desaparecerá la Tierra, y entonces no quedará el recuerdo de Shakespeare, y menos aun el de nosotros. Así que pienso que, teniendo en cuenta todas estas cosas, nada de la vida es muy importante. Entonces, yo casi podría reducir la importancia de la vida a una idea: la idea de que son importantes las cosas que, por lo menos, nos hacen estar complacidos. Vale decir: a mí, por ejemplo, me duele algo que es cruel o es deshonesto. O inclusive algo que sea desconsiderado con otra persona: eso me duele. Entonces salvo hacer esas cosas malas y salvo hacer las que dan placer y dan alegría, nada tendría importancia. La importancia de esto es una importancia existencialista, es una importancia del momento, que después desaparecerá con nosotros y con la memoria de nosotros y de nuestros interlocutores. […]
Y, al fin y al cabo, ¿qué es lo que nos interesa de la supervivencia? La supervivencia es la conciencia. Y esa es la que vamos a perder el día en que nos morimos. Todo lo demás es ya un esfuerzo de la imaginación, que es agradable pero que no nos concierne”.
Adolfo Bioy Casares