Autorregulación del estudiante: de la intención a la acción… coherente

Autorregulación del estudiante: de la intención a la acción... coherenteSabemos que nuestros objetivos académicos se ven afectados por no poder planificar y por mantener creencias y justificaciones erróneas sobre nuestra motivación. Son fallas de autorregulación: no poder alterar intencionalmente los pensamientos, los sentimientos y la conducta para lograrlos.

Dice Thomas Schellig que pasamos buena parte de nuestro tiempo intentando hacernos hacer lo que ya decidimos hacer. Actuamos en contra de nuestros objetivos académicos mediante procrastinación, letargo (“falta de voluntad”), exceso de imaginación, creencias erróneas. Un método de estudio debe contemplar un problema actitudinal tan común.

Para entender de autorregulación veamos primero qué es la regulación y acordemos conceptos.

Regulación

Tres sistemas regulan nuestro funcionamiento, pudiendo incluso identificarse neurológicamente: los llamaremos reactivo o reptiliano, emocional o límbico y reflexivo o cortical.

Regulación es la alteración continua, dinámica, adaptativa de los pensamientos, de los sentimientos y de la conducta, realizada por el organismo mediante los tres sistemas para favorecerse en todos sus niveles.

Procesos regulatorios

Los tres sistemas generan procesos regulatorios que conceptualmente se dividen en dos categorías o tipos. Debido a que varios de sus nombres perjudican la comprensión o a que algunos de esos nombres los usaremos con otros significados, adoptaremos la denominación

  • Tipo I.
  • Tipo II.

Se conocen también, respectivamente, como procesos involuntarios/voluntarios, reactivos/reflexivos, automáticos/deliberados, ascendentes/descendentes, abajo-arriba/arriba-abajo, exógenos/endógenos, implícitos/explícitos, inconscientes/conscientes, inferiores/superiores, ¡y más! Para facilitar la lectura y por cuestiones que veremos más adelante, acompañaremos toda mención de los procesos Tipo I con la aclaración “involuntarios” y los de Tipo II con “voluntarios”.

Ambos tipos forman en realidad un continuo y sus características no son absolutas. Entonces, cuando de los procesos Tipo I (“involuntarios”) se afirma que son rápidos o que son automáticos, hay que entender que son más rápidos y más automáticos que los de Tipo II (“voluntarios”), sin inferir que son rápidos en relación con alguna medida externa, ni que los de Tipo II sean especialmente lentos o no automatizables.

Procesos Tipo I (“involuntarios”)

Los procesos reguladores Tipo I (“involuntarios”) suele caracterizarse como:

  • Activados por los sentidos (vista, oído, etc.).
  • Rápidos
  • Automáticos
  • Eficientes (consumidores de pocos recursos)
  • El sentido anatómico de las señales neurológicas es del nivel subcortical al cortical (“ascendente”, o de “abajo” hacia “arriba”).

Procesos Tipo II (“voluntarios”)

Los procesos reguladores Tipo II (“voluntarios”) suele caracterizarse como:

  • No activados por los sentidos.
  • Lentos
  • No automáticos.
  • Ineficientes (consumidores de muchos recursos)
  • El sentido anatómico de las señales neurológicas es del nivel cortical al subcortical (“descendente”, o de “arriba” hacia “abajo”).

Reguladores vs. regulados

Un error que lleva a incomprensiones posteriores es caracterizar en forma absoluta uno de los tipos de procesos como regulador y al otro como regulado. Ambos tipos pueden ser reguladores o regulados y afectarse mutuamente. Desde la perspectiva de cómo podemos influir en nuestra regulación, parece tener sentido que los de Tipo II (“voluntarios”) sean considerados fuente de regulación o reguladores, y los de Tipo I (“involuntarios”) objeto de regulación o regulados. Sin embargo, veremos que son también las características reguladoras de los procesos Tipo I las que pueden proveernos una autorregulación más eficaz y duradera.

Autorregulación

La regulación de nuestro comportamiento puede originarse en otras personas (es decir, ser extrínseca), particularmente en la niñez (por ejemplo, calmarnos por acción materna). La regulación de uno mismo por uno mismo (intrínseca) es la que se denomina autorregulación.

Es la alteración intencional de nuestros pensamientos, sentimientos y conducta para alcanzar determinados objetivos.

Se la denomina también autocontrol, autodisciplina e incluso fuerza de voluntad, pero ya veremos que autorregulación es más abarcativa y se presta a menos confusiones. En el ámbito educativo la autorregulación del aprendizaje alude a la propia alteración tendiente a lograr objetivos académicos, y las fallas de autorregulación a decidir y actuar en forma incoherente con ellos.

Intencionalidad

Una alteración es intencional si la acompaña el querer que se produzca, siendo ese querer (o intención) su causa. Una acción es intencional incluso si la intención se activa inconscientemente (inadvertidamente), lo cual implica que si luego de ejecutarla se indagara a la persona, se descubriría que quería llevarla a cabo. Un guitarrista puede intencionalmente (queriéndolo) y conscientemente (percatándose) hablar mientras mira la reacción de los espectadores. Al mismo tiempo puede continuar tocando las cuerdas correctas inconscientemente (sin notar que lo está haciendo), pero de forma intencional (queriendo hacerlo y siendo ese querer la causa de tocarlas).

Objetivos

Los objetivos son representaciones de resultados externos o internos que buscamos alcanzar, sirviéndonos de referencia. Son acompañados por una señal afectiva positiva que nos aproxima a procurarlos. Mucha evidencia muestra que la activación de esa referencia y de esa señal afectiva ayuda a reclutar recursos y a realizar conductas que favorecen su logro. Por lo tanto,

un objetivo es más que un deseo fugaz del tipo “quisiera recibirme el año que viene” o “espero poder estudiar todo el fin de semana”. Implica comprometer pensamientos, sentimientos y conducta para, además de un qué, elaborar un cómo.

Pueden procurarse estableciendo objetivos intermedios que suelen ser menos abstractos, más definidos y tener plazos menores. Coexisten en nosotros múltiples objetivos de variada importancia, nivel de gratificación, dificultad, duración. Los que preferimos suelen sernos más importantes, beneficiosos, de efectos más duraderos que los demás; pero también más distales, abstractos, menos salientes y menos gratificantes en lo inmediato.

Tanto los procesos regulatorios Tipo I (“involuntarios”) como Tipo II (“voluntarios”) pueden afectar positiva o negativamente su consecución y logro, pero

consideraremos procesos autorregulatorios sólo a los intencionales que a la vez buscan favorecer nuestros objetivos.

Aun siendo regulatoria, una acción no es autorregulatoria si es intencional pero no se alinea con nuestros objetivos; tampoco si los favorece en forma no intencional (sin querer). Aunque tiende a estudiarse la autorregulación en contextos decisorios, esa alineación se requiere también cuando se procuran objetivos como intentar entonar una nota en la clase de música, embocar un tiro libre en la clase de educación física o exponer ideas claramente frente a compañeros.

Mucha evidencia vincula la buena autorregulación con el éxito académico, pero también con el logro de objetivos en otros ámbitos y con menos riesgo de conductas perjudiciales futuras.

Lo veremos en el siguiente artículo.

Fuentes

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Duckworth, A. L., Gendler, T. S., & Gross, J. J. (2016). Situational Strategies for Self-Control. Perspectives on Psychological Science, 11(1), 35-55.

Fujita, K. (2011). On Conceptualizing Self-Control as More Than the Effortful Inhibition of Impulses. Personality and Social Psychology Review, 15(4), 352-366.

Karp, T., Læegreid, L. M., & Moe, H. T. (2014). The power of willpower: strategies to unleash willpower resources. Scandinavian Journal of Organizational Psychology, 6(2).

Inzlicht, M., Legault, L., & Teper, R. (2014). Exploring the mechanisms of self-control improvement. Current Directions in Psychological Science, 23(4), 302–307.

Milyavskaya, M., Inzlicht, M., Hope, N., & Koestner, R. (2015). Saying “no” to temptation: Want-to motivation improves self-regulation by reducing temptation rather than by increasing self-control. Journal of Personality and Social Psychology, 109(4), 677-693.

Nigg, J. T. (2017). Annual Research Review: On the relations among self-regulation, self-control, executive functioning, effortful control, cognitive control, impulsivity, risk-taking, and inhibition for developmental psychopathology. Journal of Child Psychology and Psychiatry, 58(4), 361-383.

Papies, E. K., & Aarts, H. (2016). Automatic self-regulation: From habit to goal pursuit: Handbook of self regulation: Research, theory, and applications.

Schelling, T. C. (1978). Egonomics, or the art of self-managementThe American Economic Review68(2), 290-294.

Miguel Dimase
Miguel Dimasehttps://migueldimase.com
Buena parte de mi vida la dedico desde siempre a estudiar, a aprender y a comprender. Otra parte, a mejorar deliberadamente cómo hacerlo. Desde hace mucho intento ayudar comunicando lo que estudié, lo que aprendí y lo que comprendí. Dicen que lo logro.

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