“No faltó, sin embargo, la conversación, porque sir John era muy locuaz y lady Middleton había tenido la sabia precaución de llevar con ella a su hijo mayor, un guapo muchachito de alrededor de seis años cuya presencia
“—Qué agradable –dice con aire íntimo- poder conversar, a veces, como ahora, con naturalidad.
Esta losa, como podía suponerse, aplasta nuestra conversación languideciente. Sigue un largo silencio”.