
“Pensó que se habrían equivocado de nombre al escribirle; buscó la carta en su bolsillo, la palpó, pero no se atrevió a abrirla. Llegó a suponer que aquello era acaso una farsa, una venganza de cualquiera, una broma de borracho. Además, si hubiera muerto, se sabría. Pero no; el campo no tenía nada de extraordinario, el cielo estaba azul, los árboles se balanceaban…”.