
“¡Sí, estamos muy atareados, muy recargados, muy ocupados, y somos muy activos! ¡Leemos demasiado! ¡Sepamos arrojar por la borda todo nuestro bagaje de cuidados, de preocupaciones y de pedantería; hay que volver a la juventud, a la sencillez y a la infancia. Necesitamos vivir el momento actual con reconocimiento, candor y alegría. Sepamos ser ociosos, lo que no debe confundirse con la pereza. Cuando estamos en una inacción atenta y recogida, nuestra alma borra sus pliegues, se extiende, se desenvuelve, renace con suavidad como la hierba hollada del camino y, como la hoja marchita de una planta, repara sus daños, vuelve a ser nueva, espontánea, verdadera y original”.