«HM: Es raro que un ambiente que supuestamente parte de la rebeldía y de la provocación, al mismo tiempo sea tan esquemático o construya un público tan estructurado…
GS: No lo sé, me parece que es una cosa muy argentina. Hablando de la cultura del rock, hace unos años hice una tira donde un fanático de Los Redondos tenía una única frase y la repetía todo el tiempo: «Aguante Los Redondos». Le mandé un librito a un dibujante español, Paco Alcázar, y él me devolvió un mail en el que decía que le había gustado mucho pero que no entendía un carajo qué quería decir la frase «Aguante Los Redondos». […] ¿Cómo le explicás eso a un tipo que no tiene idea de qué son los ricoteros o qué es el aguante? Es un contexto en el que la música es casi una anécdota, se trata de algo cultural, de pertenencia, esa cosa de la misa… […]
HM: Son los mismos pibes que se bancan la lluvia, el barro, los palazos de la policía, que juntan el mango para ir al show… Para ellos también la música pasa a ser secundaria, porque hay una construcción épica de todo eso.
GS: Totalmente, es atravesar la epopeya sanmartiniana para llegar a ver al Indio; es la necesidad de ser protagonista del espectáculo. Es eso de «me colo en el tren», «vendo un riñó de mi nena para comprar la entrada», «no como durante tres semanas para poder viajar», «voy en patas atravesando el barro y el frío»…».