
«¿Por qué hay conflicto entre las personas? ¿Cuál es la razón de este conflicto, aun entre aquellos que dicen amarse el uno al otro? Ahora bien, ¿no es toda relación un proceso en el que nos revelamos a nosotros mismos? Es decir, en este proceso de relación uno se revela ante sí mismo, se descubre a sí mismo —todas las condiciones de su propio ser, las desagradables y las agradables—. Si uno está alerta, la relación actúa como un espejo, reflejando más y más los diversos estados de sus pensamientos y sentimientos. Si comprendemos a fondo que la relación es un proceso de revelación propia, entonces la relación tiene un significado diferente. Pero nosotros no aceptamos que la relación sea un proceso autorrevelador, porque no estamos dispuestos a que se muestre lo que somos; en consecuencia, hay constante conflicto. En la relación buscamos gratificación, placer, consuelo, y si aparece algo que se opone profundamente a ella, tratamos de reemplazar nuestra relación. De modo que la relación, en vez de ser una acción progresiva y constante de percepción alerta, tiende a volverse un proceso de autoaislamiento. La ruta del deseo nos conduce al autoaislamiento y a la limitación».