
“[…] es sabido que nuestra vida se resuelve casi siempre al margen de nuestra voluntad y de nuestra razón, y que el porcentaje de voluntad y de razón que constituye su parte clara y nítida, es casi siempre la expresión tardía de una cualidad más oscura. Lo mismo sucede con aquellos actos que juzgamos irracionales porque no hemos percibido el instante en que en nuestro interior los hemos reconocido como los más adecuados y razonables”.