«[…] es lo más corriente eso de abordar los grandes libros y las grandes cuestiones de la mano de maestros mediocres: la enseñanza en nuestros días, y quizá ha sido siempre así, les parece a innumerables temperamentos endebles o timoratos una buena posibilidad de opciones seguras […]. Sin embargo, pocos son los seres de quienes no se pueda aprender algo; poniéndose en lo peor, siempre podrán ustedes aprender a no parecerse a ellos.
Lo que también pueden ustedes hacer —y cuántos son los estudiantes que no lo piensan— es aprender mucho más de los que sus maestros les enseñan: de cada uno depende el leer muchísimo, leer bien, trabajar mucho, trabajar bien».