
“A menudo se unían a los normandos los siervos de la gleba, llegados a un estado de desesperación por causa de la opresión de sus señores. Según la leyenda, el más temible de los vikings, Hastings, era un campesino de la Francia meridional. Lo repentino de los ataques normandos, su valor y presencia de ánimo les traían la victoria por doquier. Cuando no les era posible conquistar algo por la fuerza, recurrían a la astucia.
De Hastings se cuenta que durante mucho tiempo no pudo tomar una ciudad marítima de Italia. Entonces se valió de una estratagema. Sus enviados dijeron al obispo de la ciudad que Hastings había muerto, y pidieron permiso para traer su cuerpo a la iglesia para el servicio fúnebre. El ataúd fue colocado en la iglesia. Durante el oficio, Hastings saltó repentinamente fuera del féretro y mató al obispo. Otros normandos, que habían escondido las armas debajo de su vestimenta, iniciaron el exterminio y el saqueo de la población”.