
«Nunca se proclamará bastante que la explotación ilimitada del animal por el hombre, el libre ejercicio de la brutalidad de éste, de su sadismo o (lo que es acaso peor todavía) de su obtusa indiferencia hacia esos seres,
«[…] cada pensamiento tiene su lenguaje. A menudo son muchos los que hablan a la vez; de ahí que sea tan corriente oír decir a alguien, que tiene un barullo en la cabeza —o sea, en la mente—, que no puede pensar, etc. Otras veces se les ocurre a los pensamientos ponerse de acuerdo y hacer una fiesta. Comienza entonces el baile mental, y el ser, víctima de
«Dos peones chinos estaban discutiendo acaloradamente, rodeados por un círculo de curiosos. Como uno de estos expresara sorpresa porque no se iban a las manos, un chino que estaba a su lado le dijo:
«¡Cuántas especies de animales, a millares y decenas de millar, sólo piden la paz y nosotros sólo queremos con ellos la guerra brutal! Nuestra raza es la más destructora y maléfica, la más temible de las especies del planeta; hasta inventó para su uso el derecho del más fuerte, un derecho divino que le pone la conciencia en reposo con los vencidos y con los aplastados; dejó fuera del derecho todo lo que tiene vida, excepto ella misma.
«Dice que Guillermo se complace en las adversidades del prójimo y que señala con gusto las deficiencias ajenas: «Este ventilador no sirve para nada. Hoy no se usan ventiladores, sino aparatos de aire acondicionado». «En la comida a Clemente no había un alma». «Te han jubilado. No recibirás mucho dinero por mes».
«Los seres, al menos una gran parte de ellos, se creen privilegiados, dueños de las mejores condiciones morales y psicológicas; hasta hay quienes se alaban constantemente, extrañados de que los demás no los elogien, y viven al margen de toda realidad, imbuidos de pensamientos que inflan sus mentes hasta rozar los planos del desvarío.