
«Si para nuestra felicidad dependemos de otro, de la sociedad o del medio, éstos se vuelven esenciales para nosotros; nos aferramos a ellos y nos oponemos violentamente a cualquier cambio, porque dependemos de ellos para nuestra seguridad y comodidad psicológicas. Si bien intelectualmente podemos percibir que la vida es un proceso continuo de flujo, de mutación que necesita de cambios constantes, en lo emocional o sentimental nos aferramos a los valores establecidos y confortables; en consecuencia, hay una continua batalla entre el cambio y el deseo de permanencia. ¿Es posible poner fin a este conflicto?
La vida no puede existir sin relación, pero hemos convertido esta relación en algo tan angustioso y horrible, por basarla en el amor personal y posesivo. ¿Puede uno amar y, sin embargo, no ser posesivo? Encontrarán la verdadera respuesta no en el escape, no en ideales y creencias, sino comprendiendo las causas de dependencia y necesidad de posesión».