Valores | Ernesto Sabato

Uno y el universo

Ernesto Sabato
Ernesto Sabato

“En la historia del pensamiento nos encontramos a menudo con la ingenuidad de atribuir a Dios nuestros prejuicios éticos o estéticos. Cuando encontramos alguna ley natural que nos halaga o satisface, nos sentimos inclinados a pensar que es una prueba de la existencia de Dios; vanidosamente, el hombre piensa que sólo una divinidad puede conformar sus gustos. Cuando Maupertuis descubrió el principio de la Mínima Acción, sostuvo que era la mejor prueba de la existencia de un Espíritu Ordenador. No veo por qué —sin embargo— algo que satisface la pobre y limitada mente del hombre ha de ser forzosamente obra de dioses. Vanidad semejante a la que experimentamos cuando un autor nos parece inteligente porque piensa como nosotros”.

Ernesto Sabato
«Valores», Uno y el Universo

Letanías a Jesús | Almafuerte

Almafuerte
Almafuerte

Jesús de Galilea
para mí no eres Dios;
eres sólo una idea
de la que marcho en pos.

No me humillo ni ruego
a tus plantas, Jesús;
llego a ti como un ciego
que va en busca de luz.

Mi viejo – Julián Centeya

Julián Centeya
Julián Centeya

Quisiera amasijarme en la infinita
ternura de mi barrio de purrete,
con un cielo cachuzo de bolita
y el milagro coleado del barrilete

Verlo a mi viejo, un tano laburante
que la cinchó parejo, limpio y claro;
y minga como yo: un atorrante
que la va de sover y se hace el raro

El guapo | Evaristo Carriego

Evaristo Carriego
Evaristo Carriego
Evaristo Carriego
Evaristo Carriego

A la memoria de San Juan Moreira
Muy devotamente.

El barrio le admira. Cultor del coraje,
conquistó, a la larga, renombre de osado;
se impuso en cien riñas entre el compadraje
y de las prisiones salió consagrado.

Reír llorando | Juan de Dios Peza

Juan de Dios Peza
Juan de Dios Peza

Viendo a Garrik -actor de la Inglaterra-
el pueblo al aplaudirlo le decía:
«Eres el más gracioso de la tierra,
y el más feliz…»
Y el cómico reía.

Víctima del spleen, los altos lores
en sus noches más negras y pesadas,
iban a ver al rey de los actores,
y cambiaban su spleen en carcajadas.

Caupolicán | Rubén Darío

Rubén Darío
Rubén Darío

A Enrique Hernández Miyares

Es algo formidable que vio la vieja raza:
robusto tronco de árbol al hombro de un campeón
salvaje y aguerrido, cuya fornida maza
blandiera el brazo de Hércules, o el brazo de Sansón.

Por casco sus cabellos, su pecho por coraza,
pudiera tal guerrero, de Arauco en la región,
lancero de los bosques, Nemrod que todo caza,
desjarretar un toro, o estrangular un león.

Poema XX – Pablo Neruda

Pablo Neruda
Pablo Neruda

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos”.

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

Tú me quieres blanca | Alfonsina Storni

Alfonsina Storni
Alfonsina Storni
Alfonsina Storni
Alfonsina Storni

Tú me quieres alba,
Me quieres de espumas,
Me quieres de nácar.
Que sea azucena
Sobre todas, casta.
De perfume tenue
Corola cerrada.

Ajedrez | Jorge Luis Borges

Jorge Luis Borges
Jorge Luis Borges

I

En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.

Adentro irradian mágicos rigores
las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero,
oblicuo alfil y peones agresores.

La gracia en el dar | Elsie de Wolfe

La gracia en el dar | Elsie de Wolfe

La gracia en el dar | Elsie de Wolfe
Elsie de Wolfe

«Sobre una mesa apartada del vestíbulo, había en casa de Sarah Bernard un gran tazón del que, según observé un día, ciertas personas tomaban algo que se guardaban en los bolsillos, cuidando de que no se notara lo que hacían.

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