
“Spinoza formuló con suma claridad el […] concepto de actividad, distinguiendo entre afectos activos y pasivos, entre “acciones” y “pasiones”. En el ejercicio de un afecto activo, el hombre es libre, es el amo de su afecto. En el afecto pasivo, el hombre se ve impulsado, es objeto de motivaciones de las que no se percata. La envidia, lo celos, la ambición, todo tipo de avidez, son pasiones; el amor es una acción, la práctica de un poder humano, que sólo puede realizarse en la libertad y jamás como resultado de una compulsión”.