
«BORGES: «Cuando supe que Malory, en la vida real, fue un crápula, no me asombré nada.
«Dice que Guillermo se complace en las adversidades del prójimo y que señala con gusto las deficiencias ajenas: «Este ventilador no sirve para nada. Hoy no se usan ventiladores, sino aparatos de aire acondicionado». «En la comida a Clemente no había un alma». «Te han jubilado. No recibirás mucho dinero por mes».
«Hablo de un juez peruano, que entendió en un caso por la muerte de trescientas personas, en una cancha de fútbol de Lima. El réferi, uruguayo, dio un gol contra los peruanos a los argentinos [1]; un negro peruano [2], que no sabe lo que le pasa cuando los peruanos pierden, entró en la cancha para castigar al réferi; la policía protegió al réferi; los espectadores, en masa, acometieron. El juez declara que el culpable es el réferi, porque
«Hablamos del comienzo de The shadow line. BORGES: «Es un comienzo natural. Las frases de Conrad son directas, establecen inmediatamente una intimidad con el lector. Esta manera de entrar en materia parece menos rara que las de Henry James o de Faulkner. Tal vez esa naturalidad perjudicará a Conrad