Un método de estudio más abarcativo y profundo que los habituales debe enseñar que la buena autorregulación del estudiante no sólo favorece sus objetivos académicos por desarrollar aptitudes actitudinales que el sistema educativo requiere (y hasta exige, aunque no las enseñe), sino que también se relaciona con menos riesgo a las adicciones, mayor éxito ocupacional, menos violencia y mejores relaciones, entre otros aspectos positivos.
De otro modo aceptaríamos o rechazaríamos actuar inflexiblemente según los cambiantes pensamientos y sentimientos que nos generan motivaciones contradictorias.
¿Querer es poder?
La observación de Thomas Schellig acerca de que no logramos hacer lo que ya decidimos, implicaba que frecuentemente somos motivados por una sensación de autonomía (querer) y de aptitud (poder), sin tener realmente la capacidad para actuar coherentemente. Mucha evidencia muestra que esta falla autorregulatoria excede los problemas académicos, afectando otras áreas y potencialmente nuestro futuro:
Fumar es una conducta adictiva generalizada que no se basa en una necesidad física (excepto para quienes ya fuman), que se sabe perjudicial y que no se puede abandonar fácilmente a pesar de que la mayoría declara querer abandonarla.
La gula y luego el alcohol excesivo siguen en la cantidad de personas que quieren controlarlas pero no pueden.
Se suman cada vez más personas que quieren pero no pueden invertir menos tiempo y dinero en TV, videojuegos e Internet.
En países donde el aporte jubilatorio no es obligatorio, la mayoría de los trabajadores ahorra insuficientemente para su retiro a pesar de ser instruidos sobre las potenciales consecuencias y de su explícita motivación para ahorrar, pero ahorrar se logra a expensas de consumo actual. La lógica de los países con aporte obligatorio se basa en parte en que las personas estarán mejor (luego la sociedad) si se las regula para hacer lo que frecuentemente quieren pero no pueden.
Sin embargo, el estudiante puede favorecer su futuro autorregulándose.
Autorregulación exitosa
La buena autorregulación se vincula no sólo con logros académicos sino también con
Mayor éxito ocupacional
Mejor salud general
Relaciones más estables y satisfactorias
Evitación de la violencia y del crimen
Menor procrastinación (dejar para después)
Superación de prejuicios
Logros intelectuales y sociales
Mayor longevidad
Menos heridas no intencionales
Menor tendencia a las adicciones
Menor tendencia a la obesidad
Menos suicidio juvenil
Mayor capacidad para disminuir los sentimientos negativos.
Automotivarse mediante sentimientos positivos en vez de negativos
Automotivarse mediante recompensas en vez de sanciones
Menor angustia y depresión
Menor esfuerzo (mayor eficiencia cognitiva)
Precauciones e indagación
Hay que advertir que las técnicas autorregulatorias pueden generar conductas intencionales y coherentes con objetivos que finalmente sean menos beneficiosos o satisfactorios que otros, o incluso perjudiciales. Por ejemplo, la misma fuerza de voluntad o control inhibitorio con que se resiste una tentación perjudicial cercana en favor de un objetivo saludable lejano, puede usarse durante años para tolerar estudios desagradables en favor de beneficios imaginados que luego nos decepcionen; los trabajadores compulsivos (workoholics) la utilizan para resistir conductas cercanas saludables favoreciendo objetivos económicos y laborales distantes, que años más tarde los encuentra con vidas que hubieran preferido evitar (incluyendo problemas de salud, familiares y vocacionales).
Lo que descubramos puede llevarnos a cambiar nuestros objetivos, pero también a mantenerlos complementándolos con otros más satisfactorios y significativos.
Será necesario entonces conocer mejor los problemas de autorregulación del estudiante a partir del próximo artículo.
Fuentes
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