Limitaciones de la voluntad en la autorregulación del estudiante

Limitaciones de la voluntad en la autorregulación del estudianteYa conocemos qué es la fuerza de voluntad. También sus dimensiones y funciones básicas, su utilidad inhibitoria y su capacidad para predecir tempranamente niveles de bienestar en la adultez. Sin embargo, antes de utilizarla adecuadamente para el estudio debemos comprender sus limitaciones autorregulatorias.

Cansancio inhibitorio

Llamaremos cansancio inhibitorio a la disminución de la capacidad para seguir inhibiendo impulsos contrarios a nuestros objetivos, aumentando así la probabilidad de ceder a ellos.

La autorregulación mediante control inhibitorio (sea consciente o inconsciente) genera evitación, pues se intenta desactivar un comportamiento indebido pero agradable, o activar uno debido pero desagradable. También demanda más recursos (tiempo, energía) que otras técnicas. Por lo tanto, cuanto más se prolonga su aplicación (ininterrumpida durante un lapso o acumulada en lapsos durante el día), crece la motivación para realizar actividades más gratificantes y decrecen los recursos cognitivos para sostenerla.

Si desarrollamos otras aptitudes para estudiar mejor, recurriremos menos al control inhibitorio para procurar nuestros objetivos académicos, cansándonos menos y quedando disponibles más recursos para seguir estudiando o para otras actividades.

Curiosamente, quienes evidencian mejor autorregulación general y más logros positivos en sus vidas tienden a ser más vulnerables al cansancio inhibitorio (es decir, tienen menos capacidad para inhibir la atención, el pensamiento o la conducta) que quienes han mostrado peor autorregulación general. ¿Cómo es posible que los mejores autorregulándose tengan mayores dificultades para controlarse mediante control inhibitorio? Se debe a que

quienes se autorregulan mejor usan menos la inhibición, ya que saben que recurrir a ella frecuentemente o durante lapsos demasiado largos lleva a cansancio inhibitorio (“agota la voluntad”), aumentando la probabilidad de comportarse de manera contraria a sus objetivos .

Debemos, entonces,  favorecer técnicas que nos protejan del cansancio inhibitorio al estudiar.

El régimen de estudio y descansos propuesto en el presente método favorece un uso indispensable y correcto de la inhibición atencional, cognitiva y conductual.

Baja automatización de la voluntad

Quienes mejor se autorregulan automatizan más el ajuste entre el comportamiento actual y el objetivo a lograr mediante hábitos (conductas Tipo I rutinarias, desencadenadas por señales del ambiente, menos conscientes, más eficientes, etc.). Recurren menos a procesos Tipo II («voluntarios») como el control inhibitorio, que son menos automatizables.

Sincronía de la voluntad

El control inhibitorio es sincrónico respecto de los impulsos y tentaciones, es decir, lo utilizamos al mismo tiempo que estos están presentes.

Las técnicas sincrónicas son a la larga menos eficaces que las asincrónicas para autorregularnos.

Se debe a que sólo podemos procesar simultáneamente una cantidad limitada de estímulos internos y externos. A mayor cantidad, más automáticas deben ser nuestras respuestas (menos conscientes, más rápidas, menos monitoreadas). Es entonces erróneo usar un proceso Tipo II como la fuerza de voluntad para inhibir sincrónicamente demasiados impulsos y tentaciones. Cuando intentamos favorecer nuestros objetivos académicos usando principalmente el control inhibitorio, olvidamos que:

  • Es difícil percatarnos (darnos cuenta) de que la atención, los pensamientos o la conducta están amenazando activarse de manera incongruente con nuestros objetivos, o incluso de que ya se activaron (que estamos atendiendo una música cercana en vez de leer; que estamos pensando en otra cosa mientras leemos; que estamos utilizando el celular).
  • Cuando logramos percatarnos, tampoco es fácil utilizar los esforzados procesos Tipo II («voluntarios») del control inhibitorio para mantener activos los comportamientos congruentes, inhibiendo sincrónicamente (en el momento) los que amenazan interrumpirlos. Y aun más difícil es interrumpir sincrónicamente los incongruentes Tipo I («involuntarios») cuando ya se activaron.

Trampas de la voluntad

El control inhibitorio explica en buena medida la confusión que nos producen conductas como las de los trabajadores compulsivos (workoholics) o las de los adictos a diversas sustancias, pues presentan a un mismo tiempo habilidades volitivas “débiles” (”no tienen voluntad” para evitar las conductas compulsivas, a pesar de los efectos secundarios perjudiciales que padecen) y habilidades volitivas “fuertes” (”tienen mucha voluntad” para aproximarse a las conductas compulsivas… ¡a pesar de los efectos secundarios perjudiciales que padecen!).

La contradicción se debe a que el control inhibitorio puede ser utilizado para inhibir comportamientos negativos, pero también positivos.

Esta capacidad nos permite inhibir la aproximación a un comportamiento beneficioso, evitándolo. Por ejemplo, inhibir el pensamiento de hacer ya determinada tarea porque el tiempo apremia, mediante el pensamiento «No es tan urgente; la hago mañana». También nos permite inhibir la evitación de un comportamiento perjudicial,  aproximándolo. Por ejemplo, inhibir el pensamiento que nos sugiere dejar de jugar ya con la computadora («Media hora más y después estudio») o evitar comenzar otro capítulo de una serie («Sólo uno más»).

Un trabajador compulsivo alimenta el objetivo general de seguir trabajando mediante objetivos laborales particulares («hay que terminar esta tarea hoy sí o sí»). Lo logra suprimiendo alternativas que incluso reconoce más beneficiosas para su bienestar general, que son más congruentes con otros objetivos personales que también tiene (pasar más tiempo con su familia, ejercitar, comer más sanamente, descansar mejor, disminuir su estrés). La inhibición de estos comportamientos beneficiosos tiene que ver con dificultades para moderar los sentimientos negativos, con la tendencia a usar esos sentimientos motivacionalmente (”Debo lograrlo o me sentiré avergonzado”), con tendencia a recurrir a los autocastigos, con rumiación (pensamientos repetitivos), con excitabilidad, con inhibición social. También tiene efectos nocivos para la salud, incluyendo mayor angustia y depresión.

Las personas adictas en programas de recuperación, por su parte, suelen afirmar que tienen voluntad fuerte o muy fuerte (sólo unos pocos califican su voluntad como promedio o débil). Por supuesto, puede que la voluntad de esa mayoría no sea en realidad tan fuerte, pero también se padece el uso de sustancias a pesar de una fuerte voluntad real si se usa el poder inhibitorio para interrumpir comportamientos benéficos activos o para mantener activos comportamientos perjudiciales (impidiendo que se activen otros beneficiosos). Hay que comprender que

se puede ser perseverante de acuerdo con los propios valores explicitados (que afirmamos tener) o en contra de ellos.

De hecho, hay adictos que desacuerdan con que se relacione las adicciones a voluntades débiles (a pobre control inhibitorio), porque consideran que puede tenerse gran fuerza de voluntad y «usársela mal» [sic], para procurar objetivos autodestructivos (recordemos, de paso, que relación no implica causalidad: independientemente de cómo sea la fuerza de voluntad de un adicto, no puede atribuírsele la causa de su adicción). Muchos explicitan que usan la fuerza de voluntad para inhibir conductas relacionadas con objetivos más constructivos y para persistir en la conducta consumista. Por ejemplo, inhiben la resistencia inicial a consumir y los efectos secundarios que experimentan (sufrimientos físicos, psicológicos y sociales).

Ineficacia relativa de la voluntad

La autorregulación basada en control inhibitorio se relaciona menos con el éxito académico que la que se basa en estrategias integrales.

Nuestros frecuentes fracasos al usar el control inhibitorio como medio principal para privilegiar objetivos distantes, se deben en buena medida a su evolucionada función regulatoria y a su imperfecta adaptación autorregulatoria. El control inhibitorio puede usarse para mantener los estados de aproximación o de evitación coherentes con nuestros objetivos, ¡pero también son evidentes sus limitaciones para lograr interrumpir por nosotros mismos los estados incongruentes! Por ejemplo, una vez que cedimos a una risa querida pero indebida, es más difícil interrumpirla para volver a un estado congruente que lo que nos costaba inhibirla antes de ceder.

Incluso cuando el control inhibitorio es exitoso, usarlo excesivamente lleva precisamente a habituarnos a resistir no sólo las tentaciones perjudiciales de corto plazo para privilegiar los beneficios de largo plazo, sino también a resistir beneficios de corto plazo que derivan en perjuicios de largo plazo. Además de las conductas compulsivas ya referidas pensemos, por ejemplo, en las consecuencias que sufre quien inhibe sistemáticamente el impulso de demostrar cariño a un ser querido (por vergüenza, a pesar de querer demostrarlo) o el impulso de bailar por el «qué dirán» (a pesar de querer bailar). Mediante una autorregulación integral, en cambio, se procura lograr beneficios en el corto y en el largo plazo.

Fuerza y esfuerzo

Es comprensible nuestra tendencia a autorregularnos mediante fuerza de voluntad, ya que incluso gran parte de la literatura psicológica toma por equivalentes la autorregulación y el control inhibitorio, cuando en realidad la fuerza de voluntad es sólo una manera de autorregularnos.

Ambos problemas se basan en buena medida en premisas verdaderas y conclusiones falsas (o al menos no necesarias) relacionadas con el concepto de esfuerzo:

  • Premisa verdadera: Percibimos los impulsos como fuerzas que nos orientan a determinados comportamientos.
    Conclusión errónea: Sentimos/creemos que debemos contrarrestar esos impulsos aplicando una fuerza equivalente pero inhibitoria.
  • Premisa verdadera: Los impulsos más fuertes nos hacen ceder más.
    Conclusión errónea: Sentimos/creemos que debemos contrarrestarlos aplicando esfuerzos inhibitorios proporcionalmente mayores.
  • Premisa verdadera: El cansancio inhibitorio aumenta la probabilidad de ceder.
    Conclusión errónea: Sentimos/creemos que ese cansancio proviene de que no estamos invirtiendo suficiente esfuerzo inhibitorio («Debo tener más voluntad»), lo que nos lleva a aumentar el esfuerzo, a cansarnos más y a alimentar así un círculo vicioso.

Cuanto más recursos invertimos en procurar un objetivo, menos recursos podemos destinar a otros. Conociendo ahora la gran cantidad que usa la fuerza de voluntad, debemos aprender a utilizarla mejor.

Fuentes

Fujita, K. (2011). On conceptualizing self-control as more than the effortful inhibition of impulses. Personality and Social Psychology Review, 15(4), 352-366.

Inzlicht, M., Legault, L., & Teper, R. (2014). Exploring the mechanisms of self-control improvement. Current Directions in Psychological Science, 23(4), 302–307.

Snoek, A., Levy, N., & Kennett, J. (2016). Strong-willed but not successful: the importance of strategies in recovery from addictionAddictive behaviors reports4, 102-107.

Wojdylo, K., Baumann, N., & Kuhl, J. (2017). The Firepower of Work Craving: When Self-Control Is Burning under the Rubble of Self-RegulationPloS one12(1), e0169729.

Miguel Dimase
Miguel Dimasehttps://migueldimase.com
Buena parte de mi vida la dedico desde siempre a estudiar, a aprender y a comprender. Otra parte, a mejorar deliberadamente cómo hacerlo. Desde hace mucho intento ayudar comunicando lo que estudié, lo que aprendí y lo que comprendí. Dicen que lo logro.

4 COMENTARIOS

  1. Mientras leía el artículo me surgía la sensación de que tenemos un gran potencial como seres humanos, cuya porción instintiva pugna por manifestarse y se nos presenta el desafío de encauzarla / limitarla. ¿Qué hay de las otras porciones que tenemos? ¿Por qué y para qué estoy viviendo esta experiencia terrenal?
    Siento que tomando conciencia de las propias inquietudes espirituales puedo guiar mi conducta hacia lugares más acertados (digo acertados, porque me generan felicidad y mi sentir aprueba la elección). Pienso que tener claro el norte y saber que todo empieza chiquito, colabora mucho en disponerme a hacer hoy, mañana, pasado pequeñas acciones que me acerquen a ese norte.
    Me vino el recuerdo de un párrafo de Deficiencias «Cuando el futuro es para el hombre una noche sin estrellas, un suceder monótono donde naufragan todas sus esperanzas, la voluntad, carente de estímulos, pierde vigor y queda a merced del azar. La vida no puede ser, sin embargo, el páramo o la estepa en cuyos dilatados confines debamos perdernos sin remedio. Hay que hacer de ella un lugar pleno de encantos, a fin de que nuestra alma encuentre en todo momento y a cada paso el aliciente necesario para marchar segura y decidida por los caminos del mundo.»
    Gracias Miguel por propiciar estos espacios de intercambio.

    • Esa sensación de potencial es, de hecho, lo que sentimos al menos alguna vez quienes hemos logrado experimentar la superación o debilitamiento de alguna deficiencia, ¿no? Que puede haber entonces más de eso, que quizá podríamos lograr esa superación en más aspectos de la vida, o con mayor profundidad en los mismo aspectos…
      Gracias a vos por interesarte, Lola.

¿Preguntas, sugerencias, observaciones? ¡Si los comentarios están para eso!

Por favor ingrese su comentario
Por favor ingrese su nombre aquí

💬 Consultas