La motivación está de moda, también en educación. Existe la creencia de que no podemos hacer nada si no estamos muy motivados; mucho menos hacerlo bien. Creemos, por otra parte, que la motivación es suficiente para actuar. «Soy malo en literatura porque no me gusta, no me motiva». «Le va mal en matemática porque le es difícil y se desmotiva».
El sistema educativo actual desmotiva, pero ignorar los elementos de la motivación lleva a creencias como esas, sin las que cuales podríamos mejorar a pesar de estar desmotivados.
¿Qué es la motivación?
Motivación viene de movimiento. Es el deseo, la intención que nos mueve a hacer o a dejar de hacer. Sin embargo, no se transforma necesariamente en acción: podemos estar motivados para actuar y luego faltarnos energía, priorizar otras cosas a pesar de nuestros deseos o, por el contrario, seguir haciendo a pesar de nuestra motivación de parar.
Motivación intrínseca vs. extrínseca
La motivación de la que tanto escuchamos y de la que hablamos, casi siempre se refiere a la motivación intrínseca. A diferencia de la extrínseca, no depende de recompensas o castigos externos para fortalecerse o debilitarse. Expresiones como «Me voy a dedicar a lo que me motive», «Estudiemos lo que nos guste», «Hay que hacer lo que queremos», «Motivemos a nuestros alumnos», aluden a la motivación intrínseca.
Elementos de la motivación
Se difunde poco, sin embargo, de qué está constituida esa motivación que se aconseja fortalecer y obedecer. Dos elementos de la motivación nos interesan ahora especialmente: la autonomía y la aptitud.
Autonomía
Es el elemento de la motivación que más se difunde y con el que más relacionamos la motivación intrínseca: nos motiva sentirnos agentes causales de lo que decidimos y hacemos. Es una inclinación que coloquialmente manifestamos mediante «gusto» y «querer» («Estudio para las materias que me gustan»; «Quiero seguir otra carrera»). Nos movilizan las cosas que nos gustan y que queremos. Sin embargo,
Aptitud
Es un elemento de la motivación poco difundido. Alude a lo competentes que somos (o incluso que sentimos que somos) para hacer algo. A mayor aptitud más control y confianza tenemos sobre los resultados de lo que hacemos. En el habitual lenguaje estudiantil, la manifestamos con expresiones como «ser buenos» y «poder» («Soy bueno en matemáticas»; «No voy a poder recordar todo»). Nos movilizan las cosas para las que somos aptos y para las que sentimos que podemos.
¿Soy malo porque no me gusta?
En relación con las demandas del actual sistema educativo y con nuestros objetivos académicos, la autonomía y la aptitud pueden aparecer en estas combinaciones:
GUSTO/QUERER | APTITUD | CONSECUENCIA |
Me gusta/Quiero | Soy bueno | No hay problema |
Me gusta/Quiero | Soy malo | Mejorar la aptitud apoyándose en el gusto/querer |
No me gusta/No quiero | Soy bueno | No hay real problema: suelo hacer bien cosas que no me gustan o que no quiero hacer |
No me gusta/No quiero | Soy malo | Problema |
La motivación es más débil cuando tenemos que hacer algo que no nos gusta o no queremos, y para lo que además no somos aptos. Sin embargo,
«Soy malo porque no me gusta».
«No puedo porque no me gusta».
«Soy malo porque en realidad no quiero hacerlo».
«No puedo porque en realidad no quiero hacerlo».
Esta atribución es falsa. Sin limitarnos al ámbito académico preguntémonos: ¿Qué me gusta habitualmente hacer? ¿Qué quiero habitualmente hacer? ¿En qué soy bueno? ¿Qué demuestro que puedo hacer? Notaremos que somos aptos para cosas que hacemos frecuentemente aunque no nos gustan demasiado (o que incluso nos desagradan). También que podemos hacer bien cosas que no queremos hacer:
¿Aunque soy bueno en educación física no me gusta? Entonces soy bueno a pesar de que no me gusta.
¿Puedo sacar a pasear al perro aunque no me gusta? Entonces puedo a pesar de que no me gusta.
¿Hago bien mi trabajo aun cuando no quiero trabajar? Entonces soy bueno haciendo a pesar de que no quiero hacer.
¿Puedo lavar los platos aunque no quiero hacerlo? Entonces puedo a pesar de que no quiero.
¿Soy malo porque es difícil?
La motivación también se ve afectada por el nivel de dificultad que percibimos en las actividades académicas. La manifestamos coloquialmente con expresiones como «El examen del viernes es difícil», «Esta materia es fácil». Lo que percibimos demasiado difícil tiende a desmotivarnos (pero también lo que nos resulta demasiado fácil). Sin embargo,
En relación con las demandas del actual sistema educativo y con nuestros objetivos académicos, la dificultad percibida se relaciona con la aptitud (”ser buenos”, “poder”), en estas combinaciones:
DIFICULTAD | APTITUD | CONSECUENCIA |
Me parece fácil | Soy bueno | No hay problema |
Me parece fácil | Soy malo | Mejorar la aptitud |
Me parece difícil | Soy bueno | No hay real problema: suelo hacer bien cosas que me parecen o parecían difíciles |
Me parece difícil | Soy malo | Problema |
La motivación es más débil si tenemos que hacer algo que nos parece difícil y para lo que además no somos aptos. Nuevamente, sin embargo,
«Soy malo porque es difícil».
«No puedo porque es difícil».
Esta atribución también es falsa. Preguntémonos: ¿En qué soy bueno? ¿Qué demuestro que puedo hacer? ¿Algo de eso fue o sigue siendo difícil? Notaremos que somos aptos para lo que fue difícil, o para lo que nos sigue pareciendo difícil a pesar de que lo hagamos bien:
¿Soy bueno haciendo o comprendiendo algo que al principio parecía difícil?
¿Soy bueno haciendo o comprendiendo algo a un nivel que a otros les es difícil?
El primer paso para superar los problemas motivacionales mediante un método de estudio es conocer los elementos de la motivación y cambiar nuestras erróneas creencias acerca de cómo afecta nuestro desempeño. El siguiente paso es hacer algo con este conocimiento: motivarnos para estudiar.
muy bueno, te comparto algo que entiendo relacionado: https://www.youtube.com/watch?v=qERmEU6H8RQ
¡Gracias! Lo voy a mirar.
Muy interesante! Espero la segunda parte.
¡Ya está saliendo del horno! 😀
Gracias por la devolución